Durante nueve horas el sábado por la noche, D-Nice supervisó un espectáculo que era en parte fiesta de baile, parte terapia de redes sociales, parte iniciativa de política de salud. Fotografía de Jesse Grant / Getty

La extraña ironía de la pandemia actual es que la estamos experimentando a la vez de manera colectiva y por nuestra propia cuenta. Los gobernadores y alcaldes que supervisan varias regiones del país han ordenado a sus residentes que se queden en casa, y nosotros nos hemos erizado y hemos cumplido en su mayoría con su mandato. Pero Derrick Jones, conocido profesionalmente como DJ D-Nice, nos dio un motivo para querer vivir esta cuarentena.

Durante nueve horas el sábado por la noche, D-Nice supervisó un espectáculo que era en parte fiesta de baile, parte terapia de redes sociales y parte una iniciativa de política de salud más inteligente que cualquiera que el gobierno haya organizado. Apareció Chaka Chan. Lenny Kravitz estaba allí. Lo mismo hicieron Diddy, Timbaland, Alicia Keys, Ava DuVernay, MC Lyte, Halle Berry, Rihanna, Jamie Foxx y Kerry Washington. Michelle Obama apareció por un minuto y la música se detuvo unos instantes mientras D-Nice decidía qué música poner para la ex primera dama de Estados Unidos. Optó por un repertorio de Beyoncé. La fiesta virtual, transmitida a través de Instagram Live, contó con una simple captura de cámara web de D-Nice, con una camiseta blanca, gafas y diversos sobreros de ala ancha, de pie ejerciendo su papel de d.j. digital en Los Ángeles, ofreciendo clásicos de R. & B., soul, hip-hop de la vieja escuela, música de baile, pop de los noventa y la oferta ocasional de salsa o Afrobeat. En algún momento de la quinta hora, Mark Zuckerberg llegó como el dueño de un club que aparece para ver las ganancias antes de regresar a casa por la noche. Como cualquier gran empresario, Jones se aseguró de que su audiencia supiera por qué quería estar allí: promocionando su próximo repertorio musical, saludando a amigos e introduciendo la llegada de las diferentes celebridades. En la mitad del evento ofreció la gema ocasional de salud pública de la era del coronavirus: «¡Lávate las manos!» y «Estamos en el Club de Cuarentena, ¡pero no dejaremos que el coronavirus nos detenga!»

Esta noche fue un nuevo paso en la carrera artística de Jones, quien tiene cuarenta y nueve años y comenzó a fines de los ochenta como miembro menor del grupo de hip-hop Boogie Down Productions. Su single de 1990, «Call Me D-Nice», es una joya semi-oscura de la era dorada del rap. Luego de su carrera como rapero, se reinventó a sí mismo como fotógrafo y ganó suficientes seguidores para convertirse en un embajador de la marca Leica, solo para generar aún más aclamación como DJ. Tocó para la fiesta de despedida de Barack Obama en la Casa Blanca, el 26 de octubre de 2016, un poco más de una semana antes de que Donald Trump fuera elegido presidente de los Estados Unidos. Así que había una simetría de lo que hizo el sábado por la noche, ofreciendo música como un bálsamo, esta vez en medio de la calamidad, no como su prefacio. Y había una lista de invitados superpuesta: Michelle Obama, Naomi Campbell y Usher habían estado en la Casa Blanca esa noche y estaban en la sala virtual el sábado por la noche.

Por lo general, los djs se alimentan de la energía de la multitud, y eso es parte de lo que hizo que la actuación de D-Nice fuera excepcional: se puso de pie, seguramente en una habitación vacía, y se convirtió en el arquitecto de un ambiente que arrasó con miles de personas en todo el mundo. Mundo a quien no podía ver. El miércoles, en la primera noche del Club de Cuarentena, tenía cerca de doscientos oyentes. A las 7 p.m. el sábado, hora del este, la multitud rondaba los diecinueve mil. El tamaño de la audiencia fue aún más impresionante porque Instagram terminó la transmisión en vivo de D-Nice después de sesenta minutos, lo que significa que tenía que comenzar de nuevo desde cero cada nueva hora. Lo que podría haber sido un impedimento se convirtió en una afirmación por hora de que la multitud quería más. En el pico, alrededor de las 10:30 p.m. hora del este, llegó a ciento cinco mil oyentes. Hubo otras formas de apoyo. La gente envió licor a su habitación de hotel; al final de la noche, él podría haber abastecido por su propia cuenta a un bar completo. Otros lo buscaron en Venmo, tratando de pagar un «cover» como tributo.

En el Cub de Cuarentena el repertorio de canciones siguió el arco de todas las cosas buenas que se han vuelto populares: primero, un pequeño número de personas íntimamente conectadas con la causa y familiarizadas con las referencias. Personas que saben exactamente por qué interpretaría a Meli’sa Morgan «Fool’s Paradise» al comienzo y «Before I Let Go» de Frankie Beverly al final de la fiesta. Luego aparece un conjunto más grande y diverso de gente, congregado por el boca a boca: el repertorio de celebridades que llegaron a esta cita virtual produjo ese efecto. Finalmente, viene la lista de personajes – Joe Biden, Bernie Sanders, un Kardashian – que tal vez no sabían exactamente dónde estaban, solo que había algo de prestigio en estar allí. Y algunas de estas personas estaban ciertamente representadas por sus gerentes de redes sociales que se habían sumado en su nombre. Aún así, fue divertido imaginar que Sanders podría estar ahí con una postura casual, una mano agarrando una cerveza Guinness y la otra lanzada en el aire como saludo durante el repertorio de baile del Buju Banton.

D-Nice terminó alrededor de las dos de la mañana en la costa este, y había una sensación de que las personas que se unieron a la transmisión en vivo habían presenciado algo. Que podían hablar sobre el Club de Cuarentena de la misma manera que los viejos asistentes recuerdan las noches que pasaron en Paradise Garage en los años ochenta. En el intercambio de redes sociales, D-Nice se hizo con seiscientos mil nuevos seguidores de Instagram, pero, lo que es más significativo, apartó de la mente de las personas el peligro invisible que nos rodea. D-Nice parecía estar señalando que si nuestros mundos físicos se han contraído, nuestros mundos virtuales retienen horizontes mucho más amplios. A medida que la fiesta se apagaba, la multitud digital se alejó, volviendo a sus botellas alcohol gel para manos y a pilas de papel higiénico, volviendo a controlar cada estornudo como un presagio de mala salud. El virus todavía está presente, pero también lo está el Club de Cuarentena. Antes de que D-Nice se retirara, les dijo a sus últimos seguidores que volvería a tocar a las 6 p.m. el domingo.

Por Jelani Cobb, publicado en The New Yorker el 22 de marzo de 2020. Traducido al español por Somos Afro.